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domingo, 9 de octubre de 2011

Adiós


Quiero compartir aquí lo que escribí horas antes de que mi Madrina muriera hace unos días:


"Creemos que cuando alguien va a morir de viejo podremos despedirnos de él.
Y nunca suele ser así.
Pocas veces se llega a ese momento con la cabeza lucida o se es consciente de que ya va a suceder.

Pero a veces suceden cosas que te hacen intuir que te estás despidiendo, aunque no sea de la manera habitual.

Eso es lo que me ha pasado contigo, Madrina.

Hace unas semanas, cuando estuviste en el hospital y recobraste la conciencia, aunque habían dicho que no lo harías y que era cuestión de horas, creo que me reconociste entre tus tinieblas.
Apretaste mi mano me miraste perdida a los ojos y reaccionaste cuando te enseñé mi foto con David.
Allí te susurré que te quería.
¿Cuántas veces te lo habré dicho?
Pocas para lo mucho que lo he sentido.

A los pocos días volviste al hospital.
Y mientras te cuidé, te estuve hablando.
Te dije que te podías ir tranquila, que no pasaba nada.
Y esta vez no te lo susurré.
Te dije que te quería con las lágrimas en los ojos, pero sonriéndote.
Para que si podías oírme y/o verme te quedaras con mi felicidad.

Hace dos noches soñé contigo.
Ayudaba a alguien a trasladar tu cuerpo.
Estabas desnuda.
Cuando desperté, supe que algo iba mal, pero soy un desastre y no llamé a casa.
Debí hacerlo...

Ahora estás otra vez en el hospital.
Dicen que de ahí ya no saldrás.
Estás muy débil.
Y no quiero ir a verte.
No puedo ir a verte.
Ya te he visto apagarte poco a poco y no quiero verte morir.

De alguna manera tú has sido mi madre y mi abuela, sin ser ninguna de las dos cosas.
Y gracias a ti soy así de curiosa, obcecada y persistente.
Sé qué es luchar y qué es sentirse diferente a los demás.

Gracias por haberme cuidado. Gracias por haber estado ahí.

Te quiero Madrina"






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