Buscar este blog


martes, 6 de agosto de 2013

Con cara de alegría


Habíamos ido de excursión al Río Vero. Una excursión en la que vas caminando por el río. Era la segunda vez que la hacíamos, así que más o menos sabíamos las fuerzas que debíamos guardar para la vuelta. Pero en el último momento decidimos tomar una ruta de vuelta alternativa que nunca habíamos hecho, a la vista del calor que iba a caernos si escogíamos la ruta que conocíamos. Así que fuimos por el camino de las pasarelas que mucha gente utiliza para bajar.

Al poco de empezarlo, ya estábamos dando gracias por lo sombrío y fresco que era el camino. Y fue ahí cuando nos encontramos con una familia que nos preguntó cuánto quedaba. "Ya está ahí el río." Y la alegría iluminó sus caras.


Continuamos subiendo por rocas y escaleras que cada vez estaban más al sol. Una madre y su hijo: "¿Cuánto queda?" "Nada. Cinco minutos, que es de bajada." Y vi también la alegría. Pero tú piensas que ya hace rato que subes, y si alguien que baja te pregunta cuánto queda, es que ya empieza a estar cansado. Se dibujó entonces mi primera mueca de fastidio pero continuamos.



Después de ya una dura ascensión por piedras y pasarelas al sol, donde mis gemelos y rodillas me pedían tregua, decidimos tomar un respiro en una roca a la sombra. entonces aparecieron una familia francesa y llegó mi turno de preguntar angustiosamente: "¿Cuánto queda?¿Falta mucho?" "Dos minutos" me dijo el joven. Por suerte no había hecho la pregunta un tramo más abajo. Guardé las fuerzas necesarias y las quemé en le momento justo.

Y llegué con alegría en mi cara.

No hay comentarios:

Publicar un comentario