Creo que he comido pollo transgénico, me quedaré calvo, me volveré homosexual y me pondré velo. Me echarán del país y me iré a uno musulmán, uno cualquiera, me lapidarán por gay y Chávez (el de Venezuela) me tildará de fascista, pro yanki y calvo. Vendrá la C.I.A. a rescatarme del peligro y no podrán volar por culpa de las cenizas del volcán islandés. Cuando consigan salir habrá huelga de controladores aéreos y tendré que quedarme en el aeropuerto comiendo bocadillos que engordan y aumentarán mi colesterol. Me tacharán de okupa, de gay y de calvo y requisarán parte del aeropuerto donde, luego, varios políticos españoles podrán declararlo zona urbanizable.
Protestaré y me dirán que soy un disidente, los Castro estarán de acuerdo. Saldré en los prensa rosa de turno y me haré famoso; en ese momento llegará la SGAE y me cobrará un 80% de mis beneficios y Hacienda me reclamará un 60% de los mismos. La Iglesia me excomulgará por disidente, rojo, gay, ocupa, musulmán y calvo, aunque me pedirán la dirección de mis sobrinos pequeños para enseñarles... Bueno, para enseñarles lo que no está bien. Luego ya pedirán perdón a Dios mientras revisan las cuentas del banco Ambrosiano.
Seré insolvente y en estaré en paro, ZP se apiadará de mí y me dará 400 euros cada año bisiesto para que pueda ir en autobús y votarle pero ya habrá subido la gasolina de nuevo y no podré pagar el billete. No votaré y dirán que no soy democrático y que no sé lo que quiero, que soy antisocial, homosexual, ateo, un facha de izquierdas y calvo.
A esas alturas querré ir a un McDonalds y gastarme el sueldo en un menú de 1 euro, ya no me importará el colesterol, pero no llegaré porque una panda de delincuentes de ocho años me robará por el camino. Ellos estarán libres al día siguiente, porque son menores, y yo estaré acusado de pederastia y violencia de género ya que uno de los menores era mujer (u hombro, según la miembra). Los jueces no podrán ayudarme porque estarán investigándose unos a otros y los abogados muy ocupados en blanquear cuentas de políticos y ricos (esos pobres que reúnen tres millones de euros de un día al otro para pagarse la fianza necesaria).
Me iría a la selva, si quedara, pero la acaban de vender para utilizar la madera y luego hacer una urbanización con campos de golf, regados con aguas puras de manantial, y donde está previsto hacer unas estupendas casas de inimaginable precio para los de alto standing y sus familiares y amigos. Los de la izquierda saldrán a la calle con sus cacerolas para pedir que me dejen llevar velo, aunque sea en la intimidad, los sindicatos se manifestarán y pedirán para mí una jornada de tan sólo 48 horas semanales porque no pueden hacerme trabajar ya que llevo velo, soy viejo, gay y calvo; eso sería discriminación.
Las derechas alzarán su mano, perdón, su puño, hacia el Cielo y clamarán que no se me puede hacer eso, -siempre y cuando no hable catalán y no apoye l’Estatut- y que no es por culpa de los pollos sino de ZP. Los ecologistas me acusarán de atentar contra la capa de ozono porque fumo y porque mi calva refleja demasiado sol en las zonas verdes; ésas que antes eran para ser usadas para el zascandileo de novios y algún que otro partidillo de fútbol entre amiguetes y que ahora amarillean, tras los botellones de fin de semana y dejan aflorar las jeringuillas usadas para fines no medicinales.
Intentaré ocultar que he escrito esto con la mano izquierda o me dirán que soy seguidor de Satán y, como no compro en Mediamarkt, me dirán que yo sí soy tonto.
Tonto, calvo, homosexual, seguidor de Satanás, infiel, ateo, pedófilo, agresivo, catalán, okupa, anti-sistema y enganchado a Internet. Y encima fumo, no me cuido el colesterol ni busco bífidos agresivos de esos que podrían hacer maravillas en mis vísceras, ésas que no marcan el famoso “sixpac” tan de moda y que diferencia a unos de otros.
Protestaré y me dirán que soy un disidente, los Castro estarán de acuerdo. Saldré en los prensa rosa de turno y me haré famoso; en ese momento llegará la SGAE y me cobrará un 80% de mis beneficios y Hacienda me reclamará un 60% de los mismos. La Iglesia me excomulgará por disidente, rojo, gay, ocupa, musulmán y calvo, aunque me pedirán la dirección de mis sobrinos pequeños para enseñarles... Bueno, para enseñarles lo que no está bien. Luego ya pedirán perdón a Dios mientras revisan las cuentas del banco Ambrosiano.
Seré insolvente y en estaré en paro, ZP se apiadará de mí y me dará 400 euros cada año bisiesto para que pueda ir en autobús y votarle pero ya habrá subido la gasolina de nuevo y no podré pagar el billete. No votaré y dirán que no soy democrático y que no sé lo que quiero, que soy antisocial, homosexual, ateo, un facha de izquierdas y calvo.
A esas alturas querré ir a un McDonalds y gastarme el sueldo en un menú de 1 euro, ya no me importará el colesterol, pero no llegaré porque una panda de delincuentes de ocho años me robará por el camino. Ellos estarán libres al día siguiente, porque son menores, y yo estaré acusado de pederastia y violencia de género ya que uno de los menores era mujer (u hombro, según la miembra). Los jueces no podrán ayudarme porque estarán investigándose unos a otros y los abogados muy ocupados en blanquear cuentas de políticos y ricos (esos pobres que reúnen tres millones de euros de un día al otro para pagarse la fianza necesaria).
Me iría a la selva, si quedara, pero la acaban de vender para utilizar la madera y luego hacer una urbanización con campos de golf, regados con aguas puras de manantial, y donde está previsto hacer unas estupendas casas de inimaginable precio para los de alto standing y sus familiares y amigos. Los de la izquierda saldrán a la calle con sus cacerolas para pedir que me dejen llevar velo, aunque sea en la intimidad, los sindicatos se manifestarán y pedirán para mí una jornada de tan sólo 48 horas semanales porque no pueden hacerme trabajar ya que llevo velo, soy viejo, gay y calvo; eso sería discriminación.
Las derechas alzarán su mano, perdón, su puño, hacia el Cielo y clamarán que no se me puede hacer eso, -siempre y cuando no hable catalán y no apoye l’Estatut- y que no es por culpa de los pollos sino de ZP. Los ecologistas me acusarán de atentar contra la capa de ozono porque fumo y porque mi calva refleja demasiado sol en las zonas verdes; ésas que antes eran para ser usadas para el zascandileo de novios y algún que otro partidillo de fútbol entre amiguetes y que ahora amarillean, tras los botellones de fin de semana y dejan aflorar las jeringuillas usadas para fines no medicinales.
Intentaré ocultar que he escrito esto con la mano izquierda o me dirán que soy seguidor de Satán y, como no compro en Mediamarkt, me dirán que yo sí soy tonto.
Tonto, calvo, homosexual, seguidor de Satanás, infiel, ateo, pedófilo, agresivo, catalán, okupa, anti-sistema y enganchado a Internet. Y encima fumo, no me cuido el colesterol ni busco bífidos agresivos de esos que podrían hacer maravillas en mis vísceras, ésas que no marcan el famoso “sixpac” tan de moda y que diferencia a unos de otros.
pues menos mal que solo era un pollo... :D
ResponderEliminarUn saludo.
Me ha gustado mucho la entrada, me ha sacado una sonrisa
Si pinchas sobre el link de la última frase verás que esta maravilla de texto es de un buen amigo mío, cuyo humor y arte de escribir son peculiares ^^
ResponderEliminarPero muchas gracias!